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viernes, 11 de octubre de 2013

BERNARD RUDOLFSKY-CASA RUDOLFSKY (1970) Frigiliana,Málaga, ESPAÑA

La casa, situada en la parte baja de los montes de Frigiliana, cerca de Nerja y a tres kilómetros de la costa, sintetiza las teorías de su autor sobre la sensibilidad hacia el entorno, la austeridad de medios y la recuperación contemporánea de la arquitectura vernácula.


La principal singularidad del inmueble es su total integración en el paisaje rural circundante, con respeto a la topografía abrupta y a la vegetación original de olivos, pinos e higueras. El arquitecto renunció así a la artificiosidad urbanizadora de movimientos de tierras para manipular las cotas naturales en el diseño de jardines, limitando su intervención a delicados senderos realizados con material cerámico artesanal.

La casa refleja los objetivos de Rudofsky en el sentido de aprovechar el espacio al aire libre sin renunciar a la privacidad. Para ello, el autor difumina los límites de las estancias interiores e interpreta las zonas no construidas como expansiones naturales de la casa, que queda así distribuida en dos piezas a ambos lados de un pórtico entendido como "un marco tridimensional del paisaje", según la definición del propio arquitecto. El conjunto se completa con un patio configurado como una habitación más, que resume y simboliza las ideas rudofskianas sobre el carácter sagrado de la esfera privada.

En líneas generales, el interior de la casa destaca por la sabia interpretación contemporánea y universalista de las claves locales y de la tradición de la vivienda mediterránea que busca la belleza en los vacíos que dejan los excesos innecesarios.


La casa, situada en la parte baja de los montes de Frigiliana, cerca de Nerja y a tres kilómetros de la costa, sintetiza las teorías de su autor sobre la sensibilidad hacia el entorno, la austeridad de medios y la recuperación contemporánea de la arquitectura vernácula.


La principal singularidad del inmueble es su total integración en el paisaje rural circundante, con respeto a la topografía abrupta y a la vegetación original de olivos, pinos e higueras. El arquitecto renunció así a la artificiosidad urbanizadora de movimientos de tierras para manipular las cotas naturales en el diseño de jardines, limitando su intervención a delicados senderos realizados con material cerámico artesanal.

La casa refleja los objetivos de Rudofsky en el sentido de aprovechar el espacio al aire libre sin renunciar a la privacidad. Para ello, el autor difumina los límites de las estancias interiores e interpreta las zonas no construidas como expansiones naturales de la casa, que queda así distribuida en dos piezas a ambos lados de un pórtico entendido como "un marco tridimensional del paisaje", según la definición del propio arquitecto. El conjunto se completa con un patio configurado como una habitación más, que resume y simboliza las ideas rudofskianas sobre el carácter sagrado de la esfera privada.

En líneas generales, el interior de la casa destaca por la sabia interpretación contemporánea y universalista de las claves locales y de la tradición de la vivienda mediterránea que busca la belleza en los vacíos que dejan los excesos innecesarios.